La boda de Nico y Raquel fue para nosotros muy especial ya que somos amigos desde hace años. Desde el primer momento ellos nos dieron toda la confianza para que nos moviésemos a nuestro antojo por el precioso palacete del siglo XVI en el que se celebró la boda. Y para la sesión de retratos encontramos un espectacular campo de girasoles dorado por los últimos rayos de sol del día. Est entorno magnifico y todos los cuidados detalles de los que se encargaron Raquel y Nico, resultaron el escenario perfecto para poder captar todos los momentos especiales de ese día.
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Acabamos de llegar de quince días de frío y turismo por el centro de Europa; teníamos mono de ver imágenes de la boda. Poder ver todo lo que pasó, por lo menos hasta que empezamos a comer nos ha llenado de calor de nuevo y nos ha vuelto a emocionar como el deda D en que lo vivimos junto con todos los que nos acompañaron en un día tan importante. Muchas gracias por hacer que los grandes momentos de una pareja queden en la memoria para siempre Fede y Mareda